Las redes sociales se convirtieron en una parte central de la vida cotidiana de los jóvenes argentinos, pero no sin consecuencias. Así lo revela el informe “Amor Tóxico: la relación de los jóvenes con las redes”, elaborado por las consultoras Reyes Filadoro y Comunicación. El estudio, que se basó en encuestas y grupos focales, pone en evidencia una relación ambivalente entre los usuarios y las plataformas digitales.
Florencia Filadoro, especialista en opinión pública, explicó a Radio UP que la mayoría de los jóvenes de entre 18 y 35 años utiliza Instagram (88%), seguida de Facebook (59%), YouTube (47%) y TikTok (40%). Aunque estos espacios ofrecen acceso a entretenimiento, información e incluso herramientas de aprendizaje, el informe advierte que un 40% de los usuarios jóvenes percibe un impacto negativo en su salud emocional y mental.

“La tristeza por perder el tiempo es uno de los sentimientos más frecuentes”, señaló Filadoro. En los testimonios recogidos, varios jóvenes expresaron un “vínculo de amor y odio” con las redes, especialmente con TikTok, que es la plataforma que más tiempo de uso concentra: cerca de 18 minutos por sesión.

Las mujeres son mayoría en TikTok, mientras que los hombres prefieren X (ex Twitter). Facebook e Instagram son las redes donde más se informa el público joven, aunque la búsqueda de noticias sigue siendo secundaria frente al entretenimiento. Un dato llamativo es que muchos intentan restringir su uso, pero pocos logran sostenerlo en el tiempo.

Entre los efectos negativos, el informe menciona insomnio, falta de concentración, ansiedad y dificultad para sostener rutinas. Además, se señalan riesgos graves como el ciberacoso, el bullying y el acoso sexual, sobre todo entre los más jóvenes. “Antes uno se conectaba a las redes en momentos puntuales; ahora vivimos conectados”, admitió un participante de los grupos focales.
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La investigación advierte sobre la urgencia de generar conciencia en edades tempranas y discutir posibles regulaciones que acompañen el uso saludable en estos entornos. La conexión permanente, lejos de ser una ventaja, comienza a ser vista por muchos como una trampa que cuesta soltar.