Comenzó el proceso electoral en un país en el que todo parecía atado con alambres y sostenido por un discurso único que se moldea a través de las redes sociales. Ese discurso cuestiona la legitimidad de los periodistas, ensalza unas criptomonedas que luego se descubrieron como una estafa y reivindica la imperiosa necesidad del gobierno nacional de “ordenar los números”: la economía, las elecciones futuras y, ¿por qué no?, incluso el orden en casa.
La última semana en Argentina ha sido extraordinaria, desencadenada por un sospechoso mensaje en la red X del presidente Javier Milei, en el que ofrecía invertir en una criptomoneda. Esto provocó un conocido enfrentamiento con diversos sectores: desde la clase política y economistas, hasta referentes sociales e incluso periodistas, adentrándose en un juego para el cual muchos aún no están preparados. Las grandes ligas, al parecer, no son para todos.
Milei está aplicando la lógica de que “la mejor defensa es un buen ataque”, una estrategia clásica que busca desviar la atención del fondo del problema arremetiendo contra el adversario. En el caso de Libra, en lugar de responder de forma concreta a las irregularidades señaladas, Milei y su equipo han optado por denunciar una supuesta “operación de la casta” en su contra.
Conversaba con un buen amigo y coincidíamos en que, en política como en la guerra, la línea entre defensa y ataque resulta difusa. Los gobiernos raramente se limitan a reaccionar; suelen retomar la iniciativa y convertir la crítica en una oportunidad para reforzar su propio relato. Así, Milei no solo pretende desacreditar las denuncias, sino que transforma el asunto en una nueva batalla contra el establishment, consolidando su imagen de outsider atacado por el sistema.
Sin embargo, como sostiene Sun Tzu, toda estrategia tiene límites. Si el escándalo persiste y se acumulan pruebas o testimonios comprometidos, un ataque constante puede volverse insostenible. Es en ese momento cuando la estrategia de “ataque defensivo” comienza a desmoronarse, pues el adversario deja de ser solo la “casta” para convertirse en la realidad misma.
Mientras el presidente viaja a Estados Unidos en busca de un acuerdo económico que le permita demostrar control, en Argentina la vicepresidenta se ha posicionado en medio de las luchas internas, aportando un manto de tranquilidad y, a la vez, intensificando la tensión en los partidos. En una jugada poco reconocida por el oficialismo, logró obtener la aprobación del proyecto de reiterancia y reincidencia, la suspensión de las PASO para, al menos, este año y, quizás, evitar la conformación de la Comisión Investigadora en el caso de la criptomoneda $Libra.
Sin duda, la caída de dicha comisión disminuirá las tensiones dentro del oficialismo e incrementará las divisiones entre los partidos que inicialmente la solicitaron, para luego votar en contra de su propia moción. Asimismo, los senadores vinculados al radicalismo han exacerbado la crisis interna en provincias donde dicho partido no gobierna, evidenciando que sus líderes carecen de un proyecto colectivo unificado.
Por otra parte, los recientes acontecimientos dejan claro que el camino electoral se va definiendo: a nivel nacional, votaremos únicamente una vez. Con la suspensión de las PASO, los partidos que dependían de este mecanismo para obtener escaños perderán esa ventaja, reduciéndose el campo de acción a los oficialismos provinciales y al oficialismo nacional.
En definitiva, los movimientos partidarios observados en la última semana, tanto en el radicalismo como en el peronismo provincial, son clave para comprender que, pese a la posibilidad de elecciones desdobladas, las alternativas se irán consolidando en función de las propuestas surgidas de la renovación y de La Libertad Avanza, cada una con su sello característico: adentro todo, afuera nada.
Alejandro Chini…