La destrucción del Estado como proyecto político, el impacto en Misiones y el rol de la representación en octubre.
A un año y medio de haber sido electo, el presidente Milei transita su gestión enfrentado con amplios sectores de la sociedad: trabajadores del Estado, emprendedores, y prácticamente toda la clase política que no se enrola en La Libertad Avanza. Su decisión más evidente ha sido ubicar el eje de su gobierno en la destrucción del Estado, en todas sus formas.
¿Qué dirá el plebiscito de octubre? ¿Qué modelo defendemos los misioneros?
Todo nuevo gobierno cuenta con una dosis de esperanza y confianza por parte de casi toda la sociedad, tanto de quienes lo votan como de quienes no. Los primeros meses son fundamentales para mostrar el rumbo: las prioridades, el modelo, las acciones. En ese sentido, quedó claro que el presidente Milei, en la profunda soledad de sus ideas, decidió que la Argentina no necesita un Estado.
Los jubilados deben pagar todo, incluso quienes trabajaron 40 años y hoy no pueden cubrir ni lo básico. La educación pública pasó de ser un derecho garantizado a una odisea reservada para pocos. La salud pública, abandonada, se pregunta cómo es posible que quienes los aplaudían hace cuatro años, hoy les digan que ya no los necesitan.

Una política de ajuste sin un plan de contención ni desarrollo para los pueblos no es más que una política de hambre y miseria.
Pensemos por un instante en cómo administramos nuestras casas: cuando los gastos comunes se vuelven impagables, cuando la comida no alcanza y hay que recortar todo, la única salida razonable es generar más ingresos, es decir, conseguir otro empleo. Esta lógica elemental de las familias, el presidente no la aplica al país. Por eso, estamos yendo hacia la miseria, con la alarmante certeza de que millones de familias ya no tienen escapatoria: viven en la pobreza.
No se trata de discutir si hay más o menos “casta”, más o menos Estado, más o menos dirigentes. Lo que debemos discutir es quiénes nos van a representar en las próximas elecciones, y por tanto, quiénes van a defender los intereses de los misioneros en el Congreso Nacional.
Hace unos años, durante la pandemia, pocas eran las certezas, pocas las propuestas para enfrentar la enfermedad y sus consecuencias sociales. En ese escenario incierto, el gobierno provincial, con el entonces gobernador de Misiones Oscar Herrera Ahuad, se apoyó en una gestión que venía priorizando la salud desde años atrás. Con un esquema de control, cuidado y responsabilidad estatal, logró sacar a Misiones adelante.

No fue magia. No fue casta. Fue Estado. Estado suficiente.
Ese mismo Estado que supo acompañar el desarrollo de la provincia es, sin dudas, la única alternativa de progreso calificado frente a los vaivenes de una economía nacional errática, una pésima gestión de los problemas reales y un contexto internacional conflictivo que también impacta. A eso se suma el riesgo de que el presidente, con sus declaraciones internacionales irresponsables, ponga en peligro aún más a los argentinos.
La elección de octubre será un momento crucial para los misioneros. El desarrollo de nuestra provincia y de la región dependerá de contar con representantes que conozcan el territorio, que lo sientan propio y que propongan soluciones reales, vinculadas a nuestra gente.

El sector yerbatero de Misiones está golpeado por la eliminación del INYM, bajo la vil mentira de que “el mercado se regula solo”. El sector privado compite de manera desigual frente a los países vecinos, con una desregulación comercial que permite importaciones indiscriminadas, depósitos irregulares y ningún control tributario. Esto no solo perjudica a los trabajadores y empresarios locales, sino que aumenta la brecha entre quienes más tienen y quienes menos pueden.
En este contexto de mentiras sostenidas en índices manipulados, sin un plan económico y con una política de desprecio hacia toda voz crítica, se van configurando las ofertas electorales. Y con ellas, se define quiénes serán cómplices y quiénes enfrentarán este modelo de destrucción del Estado que tanto costó construir en Argentina, con errores y aciertos.
De un lado, el Frente Renovador ha dado el primer paso: ya presentó sus candidatos. Personas conocidas, comprometidas, y especialmente, quienes supieron gestionar y brindar —con Estado suficiente— las herramientas para transitar la pandemia y lograr una rápida reactivación económica y laboral.
Del otro lado, todavía no hay nombres, pero sí una certeza: quien no sea claro en la defensa de los intereses de los misioneros, votará en el Congreso por menos Estado, menos salud, menos educación y más desigualdad social.