En la noche del 2 de junio del 2025, la doblemente condenada Cristina Fernández de Kirchner reapareció en su espacio preferido: C5N, el último bastión mediático del kirchnerismo. Con la escenografía habitual de complicidad y preguntas pautadas, anunció que será candidata a legisladora provincial por la tercera sección electoral bonaerense en las elecciones de septiembre.
El timing, como siempre, no es casual. Justo el mismo día en que la Justicia ordenó la inmediata detención de seis condenados por la causa de la Ruta del Dinero K —proceso en el que la expresidenta también está procesada y a la espera de que se defina si, además de jefa de Estado, fue jefa de una banda de lavado de dinero—, Cristina decidió bajar al llano… pero no por vocación militante, sino por necesidad judicial.
Su candidatura en territorio bonaerense busca evitar la escena nacional, donde enfrentarse en octubre a Javier Milei significaría darle a La Libertad Avanza la oportunidad de jugar en el terreno que más le conviene: el del antikirchnerismo puro. Para Cristina, eso podría ser más suicida que estratégico. Los números, incluso en el conurbano, no son alentadores. Y si algo sabe Cristina, es medir el terreno antes de pisar.
Pero no se trata sólo de escapar del ring nacional. La jugada tiene varios frentes: recuperar protagonismo en el único bastión donde el peronismo todavía conserva caudal, ponerle un freno a Axel Kicillof —que amagaba con construir autonomía— y, por supuesto, blindarse judicialmente. Porque esta banca, aunque sea provincial, trae consigo un escudo valioso: los fueros.
Y no es menor que quien militó activamente para enterrar el proyecto de Ficha Limpia hoy busque refugio en una legislatura provincial para evitar lo que parece inevitable. La causa Vialidad está a un fallo de confirmar una condena. El Procurador General ya pidió que se amplíe la pena por asociación ilícita, y el máximo tribunal deberá resolver en las próximas semanas. La condena podría ser de hasta 12 años de prisión. Cristina se adelantó. Movió primero. Y como en el ajedrez, sabe que cuando la reina se mueve, todo el tablero tiembla.
Pero su jugada también deja al descubierto algo más profundo: la orfandad del peronismo. Un partido que la tiene de presidenta pero no logra generar un solo liderazgo renovador. Con esta candidatura, CFK no sólo busca impunidad: también se reserva el control del armado bonaerense, el único espacio donde todavía conserva ascendencia. Ella misma sugiere que desde allí podría surgir un nuevo espacio fortalecido, no sólo para las elecciones nacionales, sino también como base para la reconstrucción peronista de cara a 2027.
La sorpresa dura poco. Cristina vuelve, sí, pero no vuelve por amor al pueblo ni para salvar al peronismo. Vuelve porque la Justicia le respira en la nuca. Y porque, más allá de su festival de apelaciones, esta podría ser su última alternativa.
Mientras La Libertad Avanza y el PRO intentan ordenar sus piezas para disputarle la provincia, ella ya hizo su movimiento. No es cualquier jugada. Y tampoco será cualquier peón el que pueda responder. El peronismo lo sabe: no bastará con obtener un buen resultado con Cristina en la provincia. También será crucial encontrar al peón que se anime a ir al frente por la reina… si es que todavía queda alguno.