El informe, realizado entre el 31 de marzo y el 10 de abril, mostró que en algunos barrios los índices entomológicos —especialmente el de criaderos— alcanzaron cifras que rondan entre el 10% y el 15%. Estos valores superan ampliamente los límites tolerables para evitar la proliferación del mosquito transmisor del dengue, lo que obliga a reforzar de inmediato las acciones preventivas.
Durante el operativo, se visitaron 16.574 viviendas. El 42% fueron tratadas, el 44% estaban cerradas y el 14% no permitieron el ingreso. A pesar del rechazo en algunas casas, se logró un aumento en la cantidad de viviendas intervenidas respecto a mediciones anteriores, lo que refleja una mejora en la capacidad operativa del municipio. Sin embargo, las cifras de infestación preocupan.
Según precisó el secretario de Salud y Calidad de Vida, Matías Orihuela, más del 70% de los criaderos detectados estaban en recipientes móviles de uso cotidiano: platos, floreros, cubiertas, tachos y otros objetos que acumulan agua. “Es fundamental entender que la prevención empieza en casa. Necesitamos el compromiso de todos”, sostuvo.
El funcionario advirtió que incluso en domicilios donde ya hubo casos de dengue se siguen detectando criaderos activos. “A veces un vecino mantiene su patio en condiciones, pero el de al lado acumula basura y recipientes. Esto perjudica a toda la comunidad”, lamentó.
Desde el municipio aseguran que continuarán con el trabajo territorial, la educación y la concientización, pero insisten en que sin la participación activa de la ciudadanía no se podrá cortar el ciclo del mosquito. El LIRAa, metodología avalada por la OPS, se realiza de forma trimestral y permite detectar con precisión las zonas críticas para actuar de forma focalizada.
Las autoridades sanitarias llaman a mantener limpios los patios, eliminar recipientes que acumulen agua y denunciar terrenos baldíos en estado de abandono. “Este no es un problema individual, es una tarea colectiva”, concluyó Orihuela.