La moda del 2025 se sintoniza con un clima global atravesado por la introspección, el deseo de refugio y la búsqueda de autenticidad.
Lejos de la estridencia, este año los colores invitan a abrazar lo profundo, lo terroso, lo que conecta con la raíz.
El borravino se impone como tono insignia de la temporada. Ese rojo oscuro, sofisticado, casi melancólico, que evoca el vino tinto, el terciopelo envejecido, las hojas secas del otoño. Es el color que atraviesa las pasarelas de Nueva York, Milán, París y Buenos Aires. En tapados largos, en trajes sastre, en botas de cuero. Pero también en pequeños detalles: labios, carteras, bufandas, guantes. El borravino no grita, pero deja huella.
“Es un color que transmite profundidad emocional. Tiene algo elegante, pero también vulnerable”, explica la diseñadora argentina Lara Esteche. “Lo estamos usando como base neutra, casi como antes usábamos el negro o el gris. Combina con todo, pero tiene mucha más personalidad”.
Junto al borravino, otros tonos se suman a la narrativa visual del 2025:
– Tierra tostada, que recupera la calidez del barro, el adobe, lo rústico.
– Verde musgo, en clave nostálgica, militar, pero también naturalista.
– Gris niebla, casi transparente, sutil, que aporta equilibrio.
– Azul petróleo, intenso y nocturno, con un aire retro que remite a los años 70.



El Instituto Pantone, referente global en pronóstico de color, ya había anticipado esta tendencia en su reporte de temporada: “Hay una clara inclinación por lo emocional, lo táctil, lo que conecta con los sentidos. La moda se vuelve refugio en tiempos inciertos”. Y eso se nota en cómo las texturas —lanas gruesas, cueros suaves, telas acolchadas— se funden con los colores para transmitir una sensación de abrigo visual.
La industria local también recoge este pulso. En los shoppings, vidrieras y tiendas independientes de Misiones, los percheros empiezan a teñirse con estas gamas. Asimismo, en las redes sociales, los estilismos de influencers y celebridades siguen la misma línea: abrigos en tonos vino sobre pantalones marrón chocolate, vestidos largos en gris ceniza, o total looks en verde oliva con accesorios en cuero suela. El maquillaje también acompaña: labios en rojo oscuro, sombras borgoña, rubores sutiles que imitan el efecto del frío en las mejillas.
El otoño-invierno 2025 no viene a deslumbrar con fuegos artificiales. Llega con la fuerza serena de lo que perdura. Es una temporada que abraza lo esencial, lo emocional, lo que deja marca sin necesidad de estridencias. Y en ese clima, los colores se vuelven relato. Un relato íntimo, sofisticado y profundamente humano.